22 DE AGOSTO: ESTOY DISPUESTO.

Lucas 1, 26-38 “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”

Alégrate, tú, que lees esto, por que estás lleno de amor, el Señor está contigo a través de María y de su hijo Jesucristo. La gracia es sinónimo del amor de Dios y todos somos bendecidos por ese amor, desde antes de nacer. Así que alegremos el corazón porque nunca estamos solos, dentro de él vive Dios con su amor por nosotros.

Cuando el angel Gabriel se le apareció a esa jovencita, llamada María, le pidió que no tuviera miedo por la elección que había hecho Dios Padre sobre ella, de lo que iba a pasar y ella con gran fe le dio el “Sí” el “Sí de María”, se dice y se llenó del amor de Dios, para dar a luz a su Hijo amado. Es una hermosa historia de salvación. Y en esa historia estamos también nosotros, los que creemos en Dios.

Hagamos lo mismo que María, alegrémonos que el Señor está con nosotros, porque lo vemos en la señora que está frente a nosotros, o en el niño que va caminando, o en aquellos que comparten su vida con nosotros, y lo sentimos en la oración, en nuestra soledad, en nuestras preocupaciones. Dios amoroso está en todo momento, Él no se cansa, nos espera, nos abraza, no suelta nuestra mano ni aún cuando creemos que nos olvida. Jesús nos conforta, nos ilumina en la soledad, nos hace fuertes cuando lo escuchamos, nos acompaña y quiere que lo veamos, quiere que no tengamos miedo, quiere que le digamos que sí, quiere que imitemos a María su madre para aceptarlo en nuestro corazón.

Tengamos un corazón dispuesto a Dios. Comprometámonos a hacer su voluntad, porque Él solamente quiere lo mejor para cada uno, quiere que confiemos en Él, que dejemos espacio en nuestra agitada vida para Él; quiere que aprendamos, por medio de su palabra y de sus mandamientos, que seguir lo que nos enseña, como la caridad, la compasión, el servicio es imitar a María y es también llenarnos de su gracia, de su amor incondicional, porque Él siempre está aquí, junto a nosotros, solo hay que quererlo ver.

Propósito de hoy: Sentirme lleno del amor de Dios para compartirlo con los demás.