13 DE AGOSTO: QUIERO ESCUCHAR TU VOZ.

Mateo 14, 22-33  “Ven”

¿Qué entiendes con esta palabra? Solo cierra los ojos por un momento y escúchala.

Esta palabra  la escuchamos millones de veces, ¡y no exagero! durante nuestra niñez, en la adolescencia, cuando entramos a la edad adulta y tal vez toda la vida. Es la palabra en la que más confiamos porque la oímos, por lo general, de la boca de alguien a quien conocemos y obedecemos. De nuestros padres, o maestros, de nuestros amigos para que salgamos a jugar, nuestros hermanos, del médico cuando vamos a consulta, de aquellos a quienes amamos y así.

Si nos ponemos a pensar, muchas personas nos han dicho “ven”, ¿verdad? “Ven y sígueme”…y a cuántos hemos seguido, a cuántos grupos ideológicos, cuántas veces hemos ido a defender aquello en lo que creemos y por lo que luchamos, también hemos seguido a alguien por amor.

Todas las veces estamos hablando de confianza.

  • Ven, acompáñame, déjame ser parte de tu vida, enamórate de mi, ven a mi abrazo que quiero acompañarte y estar siempre en tu corazón. Quiero que sepas que yo siempre estoy a tu lado, cuando estás alegre y cuando lloras y sufres, solo que hay ocasiones que no me ves y sigo aquí esperando a que vengas a mi.

Vamos sintiendo que son las palabras que Jesucristo nos dice todos los días, que quiere que nos demos cuenta que Él está aquí, en nuestro corazón tratando de salir para llenar todo nuestro ser de su presencia de amor, para que no quede ni un espacio vacío de Dios. Cuando permitimos que esté en nuestra vida, nos ayuda mucho ante alguna pena, porque sus palabras son un  gran consuelo para el alma y nos permiten aceptar la vida como hemos decidido caminarla. A veces nosotros mismos nos impedimos salir adelante, bloqueamos nuestra propia felicidad y sentimos que vamos solos por el camino, sin un timón ni un rumbo hacia la paz interior y es cuando debemos abrir los ojos y seguir a Jesucristo, confiar en su verdad porque es lo que nos va a llevar a la comprensión de nosotros mismos, de nuestro yo, que a veces no entendemos.

Seguir a Cristo es seguir el camino del amor.

Propósito de hoy: Quiero abrir mis ojos, mi mente y mi corazón para ver a Dios y saber atender a su llamado.