12 DE AGOSTO: SOY TU TESTIMONIO DE AMOR.

Mateo 17, 14-20 “Porque les falta fe”

Mueve montañas, saca demonios, cura la maldad, proclama el bien y nos dice, que si tenemos fe, podemos hacer lo mismo. Jesús se lo dice a los 12 y como ellos, nosotros también somos sus discípulos porque proclamamos su palabra de vida eterna entre las personas que nos rodean. Pero eso de la fe, qué difícil de creer, de abrazar, de sentir y es que la fe es una gracia que nos regala Dios, pero…siempre hay un pero, hay que querer tenerla y saber pedirla; así solita no va a llegar.

Procurar la fe es una acción digna del ser humano, no es para avergonzarse ni para humillarse; por el contrario ser una mujer o un hombre de fe, nos lleva más cerca a la plenitud de sabernos hijos de Dios. La fe es constancia, es crecimiento, es pertenencia. La fe es una emoción tal vez, un sentimiento, una emoción que cuando se activa nos llena de esperanza.

Sabemos que la fe, se obtiene con la oración, con la lectura bíblica y ¿sabes otra cosa? Cada vez que lees una frase, un Evangelio, un salmo, te enamoras, te quieres comer el libro, quieres saber más y conocer más la vida de Cristo, la creación de Dios, lo que vivió Jesús hasta su muerte, la participación de todos los personajes de esta bella historia de Dios, que tiene como finalidad, de que encontremos amor en lo que hacemos, en el tiempo que compartimos con otros, en nuestras palabras, en la naturaleza, en el respeto, en el servicio y que entendamos que: es el amor, que nos viene de la fe, lo que nos salva, lo que nos convierte en real testimonio del amor que Dios proclama, por la humanidad.

Propósito de hoy: Empezar a pedirle a Dios que me llene más de fe porque quiero ser testimonio de su gran amor por mi.