30 DE JUNIO: DAME MAS FE.

Mateo 8, 1-4 “Señor, si quieres puedes curarme.”

Esta frase así, tal y cuál nos habla de fe. Un leproso le dice a Jesús “si quieres” o sea que ¡ya sabe que tiene el poder de curarlo!.

Cuando le dices a alguien: si quieres ven conmigo, si quieres ayúdame, si quieres compramos esto. Decir “si quieres” es porque estamos convencidos que la persona con quién hablamos tiene la capacidad de hacer eso que queremos que haga, y que solo depende de que esa persona tenga el deseo de hacerlo, ¿verdad? Por ejemplo tú sabes bien cuando le dices a tu pareja, “si quieres vamos a misa”, que la respuesta es una decisión personal y claro que confías en que la palabra que esperas va a ser dicha, por eso haces la pregunta. Confías.

De igual manera podemos dirigirnos a Dios.

Hace tiempo, cuando era adolescente, alguien me corrigió cuando dije “si tienes suerte” y me dijo, que en la vida las cosas no sucedían por cuestión de suerte sino por la voluntad de Dios; y se me quedó muy grabado. Y es que, es por la gracia de Dios que estamos aquí, que tenemos un empleo, una casa, una familia y también que somos el resultado de nuestras decisiones, porque hay que recordar que Dios nos dio esa libertad que llamamos albedrío, para hacer y deshacer a nuestro antojo. Dios no nos controla, Él solo guía nuestro camino, es la luz que nos acompaña cuando nosotros decidimos verlo, cuando lo dejamos que camine a nuestro lado a través de nuestro comportamiento hacia los demás, por nuestra palabra, en la manera en que respetamos nuestra dignidad humana y los valores que se nos fueron dados.

Si yo tengo fe, Jesús puede curarme, solo necesito esa fe.

Cerrar los ojos y dejarlo todo en manos de Dios es muy difícil, porque para muchos eso implica dejar muchas cosas materiales, cambiar el estilo de vida a una vida de obediencia a la Palabra de Salvación de Dios, dejar fuera eso que lastima y daña; como las drogas, los vicios, el odio, y también el deseo de no sanar.

Propósito de hoy: Pedirle a Dios que aumente mi fe.