3 DE JUNIO: TÚ CONFIAS EN MI.

Marcos 11, 27-33 “¿Quién te ha dado autoridad para actuar así?”

Los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos le hacen esta pregunta a Jesús con miedo a la prespuesta, porque en el fondo saben que Jesús actúa con la autoridad del Padre, pero se niegan a creerlo para no sentir que pierden poder como autoridad y para no reconocer que hay alguién que es más podersoso que ellos. Sin embargo, aquel que tiene autoridad tiene ese poder, para servir a los demás y no para servirse a sí mismo; porque es ahí donde deja de cumplir lo que se le confió.

Si tu eres jefe en lo que haces, tu debes ser el primero en poner el ejemplo, porque un buen líder sabe que su labor principal es servir a los demás, es propiciar el bien común, es tener empatía por sus compañeros para ayudarles a salir adelante. Un buen líder tiene la gracia de Dios para ser bueno con los otros.

Ya sea en tu casa como padre o hermano mayor, o en la escuela como maestro o jefe de grupo, o simplemente en tu ámbito social, la autoridad que tienes para actuar viene de Dios y es una autoridad comprometida con seguir sus mandamientos, empezando por el mandamiento nuevo que es el amor. La mayor autoridad es la que nos enseña la palabra de vida eterna; es el misterio de la salvación que con el perdón nos ayuda a poder caminar con el corazón amoroso de Jesucristo.

Es por medio de nuestra fe que aprendemos que Jesús es nuestro ejemplo a seguir, que es la verdad y el perdón y que seguir sus pasos nos acerca a una vida de virtud y rectitud, que nos ayuda a tener un mejor resultado ante los caminos que decidimos recorrer.

Propósito de hoy: Recordar que tener autoridad significa un compromiso de amor.