2 DE JUNIO. RECUÉRDAME CON AMOR.

Marcos 11, 11-26 “Que nunca jamás coma alguien frutos de ti.”

Cuando Jesús va por el camino y se encuentra con la higuera sin higos, la maldice porque no supo dar frutos y ésta se seca. ¿Y, qué significa no dar frutos?.

¿Recuerdas a tu maestra de la escuela elemental, o a tu maestro de piano, o tal vez a ese maestro que se preocupaba por tus calificaciónes mientras estabas en la secundaria y te ayudaba mucho? Yo me acuerdo de varias maestras que tuve, porque en su enseñanza también me enseñaron el amor y algunas el perdón. Es cuando puedes voltear y decir: “Esa persona dejó algo en mi vida”. ¿Te ha tocado que alguién te de las gracias porque aprendió algo de ti? Bueno, eso es dejar frutos.

Aquellos que solo piensan en si mismos y en cómo beneficiarse de los demás, por la manera en que se aprovechan de ti y te hacen sentir menos, demostrándote que tienen poder, esas personas, difícilmente van a ser recordadas como gente de bien, fructíferas y mucho menos como una persona que conoce en su corazón lo que es sentirse amado por Dios.

Esta lectura nos habla también del perdón, si tu perdonas, tu Padre te perdonará y si tu amas por sobre todas las cosas al Padre, vas a poder amar a los demás empezando por amarte a ti mismo. Muchas veces de ahí viene la raíz seca, de que no sabes aceptarte como eres y eso solo hace que tus acciones hacia los demás sean negativos, agresivos y altaneros. Una representación del amor se da a traves del trato con los otros, del servicio que estás dispuesto a ofrecer porque te hace feliz, de la manera en que le enseñas a los demás con tu actitud a ser mejores seres humanos. Por eso hay que pedirle a Dios con fe que nos llene de su amor y que sepamos reconocerlo para poder dar frutos y dejar un recuerdo agradable en el corazón de los demás.

Propósito de hoy: Reconocerme como hijo amado por Dios.