1 DE JUNIO: TE SIGO PORQUE TE QUIERO.

Mateo 26, 36-42 “Hágase tu voluntad” 

Desde que estamos chicos aprendemos a obedecer a nuestros padres, maestros, a los mayores y muchas veces las personas obedecen por miedo al castigo si no se obedece ¿Verdad? 

Cuando Jesús hablaba al Padre y le dice “Hágase tu voluntad y no la mía”, no estaba hablando de obedecer, estaba hablando de amor. Por el amor de Dios, Jesús fue un hombre lleno de misericordia y lo podemos ver en los Evangelios; cuando leemos sobre la manera en que liberó a María Magdalena de los 7 demonios, que igual y era una representación de los 7 pecados capitales, cuando sanó a la hemorroísa, o cuando curó a los leprosos, o cuando a la viuda le regresó a su hijo, o cuando despertó de la muerte a la hija de Jairo. Jesús entendió que su venida al mundo era para hacer la voluntad del padre por medio del servicio hacia los demás, al perdonar los pecados, al darle de comer al hambriento y al vestir al enfermo. La humildad y el servicio es lo que vino a enseñarnos en el lavado de los pies a sus discípulos y en la multiplicación de los panes y peces, así como al ayudar a la familia en las bodas de Caná al convertir el agua en vino. Él, solo deseaba hacer la voluntad de Dios, esa era su misión para que todos lo reconociéramos como Dios mismo, en el servicio de amor que entregó a la humanidad.  

Debemos considerar, al hacer la voluntad de Dios, como un servicio de amor, de fe y de caridad que nos acerca a la vida eterna y no como algo obligatorio que tenemos que hacer a la fuerza y en contra de nuestra voluntad; no. Debemos querer hacerlo por amor al prójimo, a quién por los mandamientos me comprometo a amar, como me amo a mí mismo en la grandeza del amor de Dios, mi creador.  

Vamos pidiéndole a Dios que aumente nuestra fe por medio de la oración y la Eucaristía para prepararnos a ser personas que busquen el bien común al perdonar y al pedir perdón, siguiendo los pasos de Jesús. 

Propósito de hoy: Servir a los demás con el amor de Jesucristo en nuestro corazón.