29 DE MAYO: SED DE AMOR.

Juan 19, 25-34 “Tengo sed” 

Dar de beber al sediento, es una de las cosas que nos pide Jesucristo y regresamos al momento de su crucifixión cuando dijo estas dos palabras y le pusieron una esponja con vinagre en los labios. De qué grado de maldad tan grande estamos hablando en esta acción. ¿Le darías esto de tomar a quien te dice que está sediento? 

Probablemente no. Sin embargo, creo que Jesús en la cruz nos dejó un mensaje de otro tipo de sed. Sed de amor. 

Todos estamos sedientos de amor, ya sea en la aceptación de los demás, en la caridad, sed de amistades genuinas y sinceras, sed de honestidad, de caminar con quien te rodea de manera pacífica, sed de que los pueblos sepan convivir y tener buenas relaciones humanas. Sed de paz, de libertad, de justicia, de amor, sed de tranquilidad en el corazón, de fe y de esperanza. Una sed que no se calma más que con la buena voluntad de cada quién, con nuestras acciones a favor de otros, con los actos de caridad, de misericordia y con la confianza en que podemos hablar de la palabra de Dios con todos sintiéndonos testimonio de su gran amor. 

Nosotros también tenemos sed y creo que es una sed muy grande para que nuestro corazón no se llene de vacío. Jesús nos dejó a su Madre como portadora de su amor procurando que por medio de ella encontráramos consuelo y conociéramos el verdadero significado de entrega y obediencia con su gran ejemplo de virtud y bondad para que nos ayudara intercediendo por nosotros ante esa gran sed que tenemos de Dios. 

Propósito de hoy: Recordar que tú tienes sed, igual que yo.