25 DE MAYO: QUE NOS UNA EL AMOR.

Juan 17, 20-26 “Para que el amor con que me amas esté en ellos y yo también en ellos”. 

Jesús en su discurso diario nos deja una enseñanza de amor. Aquí le pide al Padre que, por medio de su amor, todo el mundo pudiéramos amarlo al reconocer que lo amó a él, de igual manera que nos ama a nosotros; en presente: nos ama ¡Dios te ama, a ti, a mí y a los demás! Nunca dudemos de ese amor. 

En una palabra, Jesús nos habla de unidad, de fraternidad, de vernos todos iguales como hijos de Dios. Te has dado cuenta de que cuando haces algo por alguien, ya sea en tu casa, tal vez tus padres, tu hermano tu hija, o por alguien en el trabajo o por tu amigo, ¿te sientes como orgulloso de haber podido ayudar? Esa es la gratificación que nos da el amor. Nos olvidamos de nosotros mismos para actuar en favor del prójimo, dejamos de pensar en nuestro dolor, o nuestras preocupaciones para enfocarnos por un momento en alguien más. Y, ¿Acaso no se nos olvida lo que nos tenía tan mal? Probablemente sí, porque vemos las necesidades del otro en lugar de las nuestras y la satisfacción que se siente puede llenar tu corazón de alegría y tal vez hasta llorar de emoción porque dejaste tu egoísmo y fuiste útil para alguien más.  

Esto es lo que Dios quiere. Que seamos hermanos y nos tratemos con respeto, ayudándonos unos a otros, perdonando, dejando los rencores de lado y saber aceptar que no somos perfectos y que en esa imperfección hay un corazón necesitado de amor. “Ámense a unos a otros como yo los he amado y como mi Padre me ha amado a mí.” 

Propósito de hoy: Llevar una relación armoniosa y de amor con las personas que convivo todos los días.