4 DE MAYO: QUIERO APRENDER A PERDONAR.

Juan 13, 16-20 “El que comparte mi pan me ha traicionado”. 

Qué falta tan grave es la traición y todos, en algún momento de nuestra vida, hemos traicionado a alguien o alguien nos ha traicionado a nosotros. Imagina que sabes quién, cómo y cuándo vas a ser traicionado y, aun así, como le pasó a Jesús, que estuvo dispuesto a compartir el pan con quién sabía iba a traicionarlo, no lo pudo evitar.  

Tal vez nos preguntamos por qué se da la traición. 

Por lo general tenemos una cierta esperanza en que cuando confiamos en alguien, esa persona jamás revelará nuestras confidencias, o que nunca hablará mal de nosotros y que siempre va a seguir a nuestro lado con la fidelidad que todos merecemos.  

Es momento de analizar nuestros valores. 

Cuando hay diferencias entre las personas, hay quién a toda costa quiere tener la razón y cuando saben que no la tienen, el arma que consideran más poderosa es la violencia y la venganza, a través de la traición. Es muy triste, porque entonces, se rompen las buenas relaciones y se pierden tantos valores de supervivencia como la prudencia, el respeto que es la base de cualquier relación, sobre todo esa con Dios; se pierde el amor, el compañerismo, ya no hay honestidad, ni sinceridad y mucho menos confianza. Dejamos de ser testimonio del gran amor incondicional que Jesucristo nos ofrece cada día.  

Un buen ejercicio es analizar cómo anda nuestra escala de valores, es muy saludable para rectificar y corregir de vez en cuando, no hay que olvidarlo. El Sacramento de la Reconciliación nos ayuda mucho a recuperarnos a nosotros mismos. Y, que, en ese reencuentro personal, podamos pensar antes de querer traicionar a quién camina con nosotros y nos ha dado su confianza. 

Propósito de hoy: Recapacitar en nuestras acciones para saber pedir perdón y perdonar.