28 DE ABRIL: TÚ ERES MI ALIMENTO DIARIO.

Juan 6, 52-59 “El que come de este pan vivirá para siempre”. 

¡Qué manera tan bonita tiene Jesucristo para decirnos que nos identifica con él! Porque él es el pan de vida, él es el alimento espiritual que necesitamos todos los seres humanos. Sin él, nada somos. ¿Lo has pensado? 

Cuando estamos en un momento de desesperación y de angustia ¿Qué es lo primero que hacemos? ¡Rezar! ¿Te ha pasado algo así? Aun en las cosas pequeñas, cuando salimos a la calle o cuando vamos en el auto muchas personas le pedimos a Dios que nos acompañe. Y cuando hay una dificultad, con mayor razón. 

Dios, nuestro Señor es nuestro alimento, es por él que mantenemos viva la esperanza de un mundo mejor, de que nuestra vida no venga con muchos problemas, que nos vaya bien en la escuela, que nuestro matrimonio no se desuna, que jamás nos disgustemos con nuestro hermano. Dios nos alimenta en la fe, nos da esa gracia para que por medio de la oración podamos identificarnos también nosotros con él.  

¿Podrías pasar una semana sin comer? Tal vez sí, pero requiere de la gracia de Dios si vas a hacer un ayuno con intención espiritual; pero si no, ¡qué difícil sería no comer por una semana! El alimento del cuerpo, las proteínas, las verduras, frutas, carnes, lácteos, todo es necesario para no morir ¿verdad? Pues es igual con Dios, lo necesitamos para no morir; no morir en nuestros valores, no morir en la injusticia del mundo, no morir en la desilusión, no morir en la alegría y el amor, no morir en la miseria al sentirnos solos.  

Dios es nuestro alimento, es el pan de vida y recibirlo en la Eucaristía nos da la gracia de la fe y la esperanza de la vida eterna. 

Propósito de hoy: No olvidar que nuestra fuerza la recibimos por medio del amor de Dios.