18 DE ABRIL: SIENTO TU PRESENCIA EN MI VIDA.

Juan 3, 7-15 “Damos testimonio de lo que hemos visto” 

¿Has visto a Jesús? ¡Claro! Jesús está en todos lados, está en mi prójimo. Si, lo he visto en mis hermanos en Cristo y lo he experimentado en mi corazón. ¡Lo he visto en su palabra! Esto me responden cuando pregunto si han visto a Jesús. Y ¿tú? ¿Cuál sería tu respuesta? 

Ser testimonio de lo que hemos visto en el nombre de Dios, es aceptarnos como sus hijos amados y reconocer en cada uno la imagen que tenemos de Él frente a nosotros. En las acciones sencillas del día a día nos damos cuenta de que cuando compartimos con los demás lo que tenemos, en el servicio digno y el amor, estamos diciéndole al mundo que creemos en la figura de Jesucristo, que sabemos que es el Hijo de Dios y que de alguna manera queremos compartir su palabra de vida eterna. 

Una vez una persona me platicaba que nunca se había encontrado con Jesús y que no sabía si algún día lo haría. Hasta que un día fue a comprar pan muy temprano y dice que salió el panadero con su cara llena de harina y su delantal blanco también, y que en ese momento sintió la presencia de Dios ahí mismo. Dice que abrazó al panadero y con una sonrisa le dio las gracias ya que él sin saber le había enseñado el rostro amoroso de Jesucristo. Me gustó mucho su historia porque es de esta manera que, sin darnos cuenta, nos topamos con Jesús frente a nuestros ojos todos los días. Creo que lo único que tenemos que hacer, es que nuestro corazón esté dispuesto a ver a Jesús en los demás. Verlo cuando tu madre te bendice, cuando tu hermano te presta sus cosas, cuando un amigo llega y te abraza. Es tan fácil ver a Jesús en los demás, solo tienes que proponértelo, hacerlo un hábito y poco a poco verás que todos tenemos algo bueno que contar y muchas maneras de sentir la presencia de Dios en nuestro corazón. 

Hay que dar testimonio de Dios con nuestra palabra y nuestras acciones, con la manera en que ayudamos al otro y al estar cerca de quien necesita una mano amiga. Seamos testimonio del amor de Dios al educar a nuestros hijos, al cuidar a nuestros abuelos, al ser serviciales y al ver en los demás la esperanza de un mundo de paz y bien. 

Propósito de hoy: Caminar de la mano de Dios con alegría para ser testimonio de su amor.