17 DE ABRIL: CONFIRMO CONOCERTE.

Juan 3, 1-8 “Sabemos que has venido de parte de Dios” 

Muchas personas por su estatus social se negaban a ser vistos delante de Jesús, como Nicodemo, que sí creía que Jesús era el mesías, pero temía que lo vieran visitándolo. Así hay muchas personas hoy día, que por no tener conflictos sociales callan su amor por Jesús. Pasa en las familias, que cuando alguien es muy devoto, es criticado y considerado como un estorbo ante lo que representa la rectitud con la que se debería vivir la vida. Sin embargo, muchas veces esa actitud cristiana solo es aparente mientras están en una iglesia y en cuando salen se avergüenzan hasta de bendecir los alimentos para que la gente no los vea feo. ¿Te ha pasado a ti, igual que a Nicodemo? 

Las barreras que nos imponemos socialmente son muy difíciles de derrumbar, porque creemos que la gente nos va a juzgar de mala manera. Pero el juzgar a alguien no es cosa de hacerlo de buena o de mala manera, es algo totalmente incorrecto. Quién va a juzgar nuestras acciones es precisamente Dios y si nos atrevemos a reconocerlo en todos lados y no solo en la iglesia, nos convertimos en fieles testimonios de su amor, de su vida, muerte y resurrección. 

 Sabemos que Jesús ha venido de parte de Dios, porque trae consigo la verdad, nos ha enseñado con su ejemplo la caridad y la misericordia que vemos cuando habla del servicio a los demás, cuando nos pide que alimentemos al hambriento y vistamos al que no tiene ropa y es solo una manera de invitarnos a ser testimonios de amor frente a los demás para alimentarlos con su palabra de vida eterna y cuando nos habla de vestir al que no tiene que ponerse tal vez nos pide que, en su amor, podamos abrazar al que está solo, al que se siente derrotado y con ese abrazo darle esperanza de que mañana pueda ser un mejor día, vistiéndolo con la fe de Jesucristo resucitado. 

La manera en que Jesús nos enseña a amar a los demás como a nosotros mismo, es una muestra de que todos somos hijos de Dios, que todos tenemos esa dignidad y por consiguiente somos todos iguales; o por lo menos tenemos la capacidad de ser igual que Él en el corazón. 

Propósito de hoy: Reconocer a Jesús en la persona que está frente a mí y atreverme a decirle una palabra agradable.