7 DE ABRIL: QUE TU DOLOR SANE MI CORAZÓN.

Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según san Juan (Juan 18, 1–19, 42) ” Mujer, ahí está tu hijo”. 

Este Viernes Santo nos dice el Evangelio de Juan cómo Jesús en la cruz, siguió preocupándose por todos nosotros, por sus hijos, por el futuro de la humanidad. “Mujer, ahí está tu hijo”, es una entrega total de confianza hacia la mujer que dijo Sí a la llegada del Espíritu Santo en ella, por la gracia de Dios. 

Jesús nos regaló a su madre, María, ¡Madre de la humanidad! para que intercediera por nosotros en cada momento que necesitemos los favores de Dios padre. En su último suspiro, Jesús se preocupó por nosotros, se siguió olvidando de sí mismo para que nosotros no sintiéramos que estamos solos. María, con su ejemplo de amor, de virtud, de bondad, nos enseña que, el dolor por más grande que sea nos va a dar una fortaleza divina que nos ayuda a seguir hacia enfrente, a no caer en el dolor y sabernos parte del reino de Dios a través de su misericordia. María, nuestra Madre que sufrió el dolor del asesinato de su hijo de manera injusta, tal y como estaba escrito, deja un consuelo de amor a todas las madres que también han perdido a un hijo, a los padres y hermanos, a los amigos que hemos perdido a un ser querido violentamente, sin justificación, en las guerras, incluso, las guerras internas de cada quién; en las drogas, en las malas compañías en guerras de barrio y entre los pueblos. Que nuestros corazones puedan sanar ante Jesús en la cruz, que nos llegue su misericordia y que podamos aprender a perdonar para amar a los que siguen con nosotros, a no sucumbirse en el dolor tan grande que significa la pérdida de un ser querido. 

Propósito de hoy: Recordarle a todos lo mucho que los queremos y compartir con ellos el amor de Jesús en la cruz.