15 DE MARZO: MI CORAZÓN TE ESPERA.

Mateo 5, 17-19 “ He venido a darles plenitud”

¡Te imaginas que Jesús vino a enseñarnos a ser plenos! Y dirás ¿Y eso, qué quiere decir? Pues que Jesús quiere que tu seas feliz, que yo logre mis metas, que todos vivamos cerca de él, en su amor, en su verdad, con su Palabra de Vida Eterna, en su misericordia.

La plenitud de cada uno es diferente; lo que te hace feliz a ti no precisamente hace feliz a tus padres; se trata de vivir con el corazón en la mano y pensando si al estar en al servicio a los demás llenan esos espacios que creemos vacíos. Y si hay espacios vacíos es porque aun nos falta mucho para conocernos bien, para sabernos personas dignas de admiración, de respeto y de amor.

Los Mandamientos de la Ley de Dios son una guía genial y activa, actual, con soluciones para llevar una mejor vida que valen la pena seguir, escuchar, aprender. Muchas veces creemos que hacer lo que hacen los demás va a satisfacer nuestras necesidades y no es así; cada uno somos diferentes, por consiguiente la manera en que pensamos varía; lo importante es saber dónde estamos en relación con nuestras acciones. ¿Somos testimonios del amor de Dios? Cuando volteas hacia el ayer de tu vida ¿Qué ves?: ¿Amor, odio? ¿Caridad, egoísmo? Recordemos que al voltear hacia atrás debemos sentirnos plenos, sabernos hijos amados, hermanos valerosos, amigos que se preocupan de verdad y extienden la mano para ayudar a los demás.

En la medida que Dios nos ama, es importante que tanto le hemos permitido entrar a nuestro corazón para acompañarnos en nuestra plenitud y realización, como seres de amor y verdad.

Propósito de hoy: Que seamos esa luz en el camino que guía a los demás a través del amor de Dios.