11 DE FEBRERO: VAMOS A COMPRATIR EL PAN.

Marcos 8,1-10 “Lo partió y lo dio a sus discípulos”.  

Qué alegría, llegar a casa y saber que hay comida en la mesa. Y que sucede en tu casa cuando llegas con amigos, ¿Se alegra la familia o tu mamá se molesta por que no le avistaste? En mi casa, mis padres siempre estaban contentos de ver a nuestros amigos llegar a comer; igual hice yo cuando mis hijos traían a otros chicos a comer aun sin avisar. Todos nos alegrábamos, la comida se hacía más interesante con algún invitado, esperado o inesperado. Y así como Jesús multiplicó los panes para más de 4 mil personas, mamá o papá también multiplicaban los alimentos para que nadie se quedara sin comer, siendo así una manera de compartir, de convivir en armonía, de poder ofrecer lo que tenemos con los demás, igual que hizo Jesús con sus discípulos y con la gente que lo seguía, dejándonos un gran ejemplo de bondad y empatía cuando alimentó a quienes no tenían nada de comer.  

Jesús es alimento, nos llena el corazón de amor infinito. ¿Lo has notado? Si piensas que Dios está lejos de ti, solo levántate a ver el amanecer, al sol y da gracias por un día más de vida. Si estás en la oficina, abrumado por tanto trabajo, asómate a la ventana y tal vez puedas ver el atardecer. O simplemente piensa en el amor que tienes por tu familia, en la bendición de los amigos y en cómo Jesús murió por nosotros, para que pudiéramos tener una nueva vida. 

Algo que se hace con sencillez, con alegría, siendo amables y bondadosos, siempre nos va a llevar al corazón de Jesús. Un corazón amoroso que espera por nosotros, que está deseoso que lo veamos y que lo recibamos. A veces estamos derrotados, nos sentimos acobardados, creemos que el mal que hemos hecho, las drogas, los vicios, las tentaciones, nos impiden ver el rostro de Dios y ¡es ahí cuando más podemos verlo!, es en esos momentos de soledad y dolor que Jesús extiende su mano para levantarnos y limpiar nuestras lágrimas en la esperanza de un nuevo amanecer, para rectificar y evitar el mal. Dios parte el pan, que es Él mismo y se entrega para el perdón de los pecados, para alimentarnos el alma y el corazón con su amor infinito. 

Propósito de hoy: Compartir con los demás, y reconocernos en el otro, como hijos de Dios.