20 DE ENERO: QUIERO SEGUIRTE.

Marcos 3, 13-19 “Llamó a los que él quiso.” 

Y tú ¿Con quién te quedas? A veces no podemos entender porque las personas se quedan con quién los maltrata. Seguimos viendo que, en la búsqueda de la aceptación social, de pertenecer a un grupo determinado, de sentirnos amados, nos quedamos en un lugar donde somos menospreciados. Tal vez, viviríamos con más armonía si al momento de elegir con quién compartir nuestro día a día, llamáramos a quien nosotros quisiéramos, sin que nos conformáramos con la mediocridad del amor, con la insolencia y con la falta del respeto que toleramos y que no merecemos, como seres humanos. Es cierto que, en el grupo de los 12 apóstoles de Jesús, se encontraban personas que sufrían, que eran pecadores, que no conocían a Dios pero que sí tenían la gran necesidad de ser aceptados, de pertenecer, de sentirse amados; igual que nosotros. 

Cuando llega alguien a tu casa y te habla de Dios, ¿Qué haces? Escuchas, pones atención, te levantas y te vas; o dices que sí, que todo es bueno, pero actúas como si no hubieses escuchado nada. ¡Qué difícil! Jesús solo dijo “Sígueme” y dentro de las tormentas o la paz que cada uno sentía, se levantaron, así sin mas y lo siguieron. Y ¿Tú?, ¿Qué hubieras hecho? ¿Seguirlo? ¿Qué haces ahora? ¿Lo sigues? 

Jesús nos llama a través del más pequeño de sus hijos, tal vez es tu madre, o tu hermano, o tu amigo y muchas veces es esa persona en la calle que te dice algo y ni siquiera sabes quién es. Jesús siempre busca maneras de llamarte a seguirlo. Y no quiere decir específicamente que dejes todo y te vayas, no. Quiere decir que ahí donde estás, lo sigas; ya sea en la familia, con los hijos, en la escuela, en casa, con los padres. “Sígueme” con tu corazón limpio, con tu actitud bondadosa, con tu temperamento amable y servicial. “Sígueme” en la oración, en tu voluntad por seguir sus mandamientos, en el calor con que compartes con los demás en respeto, humildad, compasión. “Sígueme” es estar donde estás procurando el bien común, tomando su mano y siendo testimonio de lo que llevas en el corazón, porque en tu corazón está Dios esperando que sea por medio tuyo que Él llame a los demás a seguirlo. 

Propósito de hoy: Reconocer a Dios en mi tarea diaria, en mis acciones y en mi comportamiento con otros.