3 DE ENERO: YO TE QUIERO CONOCER.

Juan 1, 29-34 “Yo no lo conocía” 

Recuerdo una vez llegué a una reunión y las personas hablaban con tanto entusiasmo sobre otras personas, y me senté a escucharlas y preguntar de quién hablaban y me dijeron que eran de una novela de tv. ¡Casi no lo podía creer!, pareciera que estos personajes estaban ahí mismo en el salón. ¡Que risa!, ¿Te ha pasado? 

Les voy a contar una historia que va algo así: -Supiste de esta pareja que iba a tener un bebito y no tenían casa ni a donde llegar, pero pobrecitos, pues nadie los conocía y ya saben, con la inseguridad que hay en las calles, nadie les quería abrir la puerta; oye, pero y qué si eran ladrones, o qué si estaban en un plan de secuestrar a alguien. Alguien me dijo que al final los dejaron entrar a un granero y que ahí entre los animales, el señor hizo una camita con el heno y la señora preparó una cunita para el bebito. Pobrecitos, con el frio que debió hacer, hay pobrecitos, yo si les hubiera abierto la puerta cuando pedían posada; te imaginas ¿que un bebito nazca así en tu casa? Yo creo que hubiera sentido una gran bendición y me hubiera gustado ser bueno con ellos, y dejarlos pasar. Pero ¿A tu cama?, si ni los conocías. – ¿Se imaginan si nos ponemos a hablar con entusiasmo y emoción sobre la historia de este bebé? ¿Este bebé que es Jesús? ¡A cuántas personas le llamaría la atención! 

La gente no lo conocía, y aún hoy día, hay mucha gente que no lo conoce, no conoce a ese niño que llegó para regalarnos su amor. Las historias de vida nos marcan para siempre, este niño ya traía su historia, ya sabía quién era y que en el camino la gente no lo iba a reconocer; aun así, Él jamás se dio por vencido, no, al contrario, nos quiso enseñar su paz, nos quiso hacer libres para aceptarlo con el corazón, o para decir que no lo conocemos. Y tú ¿Ya lo conociste? 

Te invito a que abras tu corazón y que sientas la armonía que hay en él, que veas con ese corazón las bendiciones que nos trajo ese niño a quién nadie quiso ver nacer en su hogar, unos porque no lo conocían y tenían miedo y otros porque no tenían espacio en sus hogares. Dejemos que el hogar de nuestro corazón siempre tenga un espacio para que Jesús viva en él, para que nos llene de su verdad de amor y de los dones y virtudes de los que somos capaz por su gracia. 

Propósito de hoy: Abro mi corazón a tu amor, Jesús, para ser testimonio de tu entrega por mí.