31 de diciembre: Te recibo con amor.

Juan 1, 1-18 “Él era la vida” 

Y ¡sigue siendo la vida! Él es Vida Eterna. 

Maravillados de que termina un año más en el calendario de nuestra vida. Y ahora ¿Qué sigue? Los buenos propósitos, las buenas intenciones y todo lo buenos que queremos ser a partir de mañana. Es tiempo de reflexión para muchos y de agradecimiento para otros. Es un análisis de nuestro pasado, nuestras acciones y logros. No olvidemos que lo espiritual también es importante, la amistad que compartimos, la oración, nuestro tiempo, el servicio a los demás, la bondad y el amor con que vivimos el día a día en nuestro caminar. Que los hábitos positivos del año que queda atrás podamos repetirlos con alegría, durante el año que está por llegar; y que los comportamientos hacia los demás en los que fallamos, como ayudar a nuestros padres o ir a visitar a nuestros abuelos, tal vez podamos repetirlos con mayor intención, teniendo en mente el servicio y el amor que llevamos en el corazón.  

¡No tengamos miedo de amar! 

La vida nos lleva, sin que nosotros pensemos, por destinos inimaginables, es el último día del año y llega con incertidumbre. ¿Irá a terminar el Covid? ¿Lograremos aprender a vivir con él y tolerarlo, como ya lo hacemos, sin que nos admire? o ¿vamos a seguir despidiéndonos de nuestros seres queridos, con el corazón partido? La mejor manera de afrontar nuestra realidad, es voltear atrás y darnos cuenta a qué nos aferramos como comunidad ya sea en la familia, o en el trabajo o en la escuela. El año nuevo debe llegar con muchas oportunidades para superarnos en todos los aspectos personales: no para querer que el otro cambie y mejore su relación conmigo, sino para hacer todo lo que está en mí para vivir con más plenitud, en armonía y en la procuración de la paz con mis hermanos. Este año que comienza nos abre esa puerta. 

Abracemos nuestro caminar a la mano de Dios como una luz que nos quiere guiar, y logremos propósitos que mejoren nuestra convivencia con los demás, creando momentos de amistad y de amor entre nosotros; constatando que, en el amor de Dios, se nos da la vida para vivirla con alegría en agradecimiento por la familia, los amigos, las virtudes y los dones que nos son dados. Despidamos con alegría al año que termina y recibamos al que viene con el amor de Dios en el corazón. 

Propósito de hoy: Recapacitar en lo que hicimos bien y replicarlo para ser mejor ejemplo de amor y testimonio de la vida que es Jesús.