25 de diciembre: SIGO TU LUZ.

Juan 1, 1-18 “Aquel que es la Palabra era la luz verdadera” 

Eres la luz que ilumina nuestro camino, y también eres la Palabra. Palabra de paz y de amor, de verdad y de justicia, de compasión y virtud. Guiarnos por la Palabra de Dios es como ir por un camino difícil pero seguro; seguro, porque al final vamos a llegar a sus brazos y difícil porque hay que actuar con coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos.  

Cuando Jesús subió a la montaña, nos habló a todos; porque lo que dijo hace 2 mil años sigue estando vigente hoy día, por eso sabemos que tiene Palabra de Vida eterna. En ella está la vida, y la vida es la luz de los hombres, y la luz resplandece en la obscuridad, y la obscuridad no la puede apagar. 

Cuando cumplimos los Mandamientos de la Ley de Dios, estamos trabajando para ser coherentes y lo digo en el sentido de actuar con decencia, al servicio de Dios y de los demás. Siempre hablo del servicio a los demás porque es la mejor manera de ser testimonio de Dios, de su palabra de amor. Que en el servicio encontremos la paz. Que sepamos ser amables, respetuosos y serviciales con nuestros padres y hermanos, en el trabajo o en la escuela, con nuestra comunidad y en la iglesia. Mi Mamá siempre nos decía que la educación la demuestras primero en tu casa; que aquel que no es educado, respetuoso y servicial en casa, menos lo será fuera y si fuera de casa lo es, entonces vayamos a la Palabra de Dios como nos dice Mateo “ve primero a reconciliarte con tu hermano, y luego regresa a presentar tu ofrenda”; porque tendrías dos caras, la que quieres que los demás vean y le verdadera. Seamos pues en casa, testimonio del amor que queremos presentar fuera de casa; que la luz del Señor nos ilumine en todo momento y que guíe nuestro camino para siempre llevar la Palabra de Dios. 

Propósito de hoy: Seamos serviciales con nuestra familia dentro de casa. 

Propósito de hoy: Vamos a pedir perdón para llegar a la Navidad con un corazón en paz.