20 de diciembre: TE VEO EN MI MEJOR AMIGO.

Lucas 1, 26-38 “Porque no hay nada imposible para Dios” 

Todos los seres humanos estamos en búsqueda de un amigo perfecto. De alguien que nos tenga paciencia, que se siente con nosotros y nos escuche, que pueda hablarnos al oído y darnos palabras de aliento, que nos tenga consideración y compasión en nuestros malestares. Buscamos en quien confiar, en quien poner nuestra esperanza y con quien compartir nuestras alegrías y triunfos. Lo encontramos a veces, en nuestros padres, o en aquella compañera de la escuela, puede ser también en nuestros hijos o en alguien que acabamos de conocer. Para muchas personas encontrar a ese mejor amigo en nuestra pareja es en verdad una bendición; mientras todo va bien. ¿Verdad? Cuando los problemas crecen ese gran mejor amigo se convierte en un enemigo, porque conoce tanto de nosotros que nos hace daño. 

Sin embargo, podemos mejorar nuestra manera de ser amigos, porque ser amigos es entregarse al servicio del otro; ser personas amables y amorosas mutuamente teniendo a Cristo como centro de esa amistad. Pero ¿Qué es eso? Es muy sencillo, pero a la vez complicado. Sencillo cuando centramos la amistad en el amor que Dios pone en nuestros corazones, amamos como ama Él; y complicado porque Él nos ama incondicionalmente. Amar incondicionalmente es tan difícil, porque nuestra actitud es: “te amo si tú me amas”, en cambio Dios, aún si no lo elegimos a Él, va a seguir amándonos porque somos sus hijos hagamos lo que hagamos, nos comportemos como nos comportemos, y también si lo rechazamos. 

Amarnos unos a los otros en Cristo, intensifica nuestra honestidad al amar. Nos convierte en un ejemplo de amor que se duplica y triplica en los demás. Y cuando amamos con condiciones, llega el día que nos cansamos y le volteamos la cara a quien juramos amar eternamente. Tener ese gran amigo del alma y conservarlo, se logra cuando los dos amamos con Dios en nuestro corazón, cuando los dos ponemos en las manos de Dios nuestros problemas y confiamos en que juntos con Él vamos a encontrar soluciones a cualquier conflicto que se presente frente a nosotros, ya sea como amigos, o como novios, o como familia; centremos nuestras amistades con aquel que no tiene imposibles, recemos juntos, hagamos oración para hablar siempre la Palabra de Dios con orgullo, que ningún conflicto dure ni lastime la amistad que tenemos con los demás. Encontremos a ese amigo perfecto en el otro, al reconocer en él la imagen de Jesucristo. 

Propósito de hoy: Llama a ese mejor amigo y recuérdale qué tan importante es para ti.