19 de diciembre: ACEPTO TU AMOR .

Lucas 1, 5-25 “Para convertir los corazones de los padres hacia sus hijos” 

Convertir el corazón del padre hacia su hijo; qué bonita tarea tenía Juan el Bautista y qué difícil enseñanza nos vino a dar. Ser padres no es sencillo, tenemos una gran responsabilidad sobre los hijos que Dios nos ha prestado. Nos corresponde amarlos, instruirlos, enseñarles la palabra de Dios y guiarlos hacia el camino justo y honesto de la vida. Preparar a estos regalos que tenemos en la vida (los hijos), requiere un amor incondicional; sin embargo, eso no debería significar dejar que los hijos le falten al respeto a los padres. Cuando eso sucede generalmente es porque se les permitió hacer su voluntad sin una guía, sin la expresión del amor de Dios, tal vez sin principios morales ni valores. Si que es un trabajo difícil, porque ya cuando llegan a la mayoría de edad, debimos prepararlos para ser jóvenes independientes que puedan tomar decisiones positivas y justas frente a las miles de propuestas y opciones que tendrán frente a sí mismos en el mundo real, ese mundo real que está fuera de casa.  

Convertir el corazón como padres hacia los hijos, ¿Cómo puedo hacerlo? Cada persona es diferente y en esa diversidad la personalidad de cada quién tiene ya un ideal. Muchas veces los ideales de los hijos no son igual al de los padres porque la diferencia generacional puede ser muy grande, o porque se eligieron incorrectamente a los amigos o supuestos amigos que te invitan a una vida fácil donde las drogas es el principal componente de esa amistad. Los padres, sienten culpa y se avergüenzan, aun cuando ellos nada tienen que ver con las decisiones que toman los hijos una vez convertidos en adultos. Es entonces que también los padres sienten que han fracasado, que no supieron convertir ese amor del corazón en sus hijos. 

La vida en Dios, se hace más llevadera, menos dura porque podemos entender que fuimos dotados de una libertad de decisión que nadie más que nosotros debemos ejercer, por nuestras propias ideas y saber decir que no. El “no”, con Dios, nos hace fuertes cuando es necesario decirlo; No nos convertimos en enemigos de nadie, simplemente sabemos qué es lo mejor para nosotros y cómo, el decir no, ha salvado muchas vidas y ha crecido en amor, en ese amor del corazón que nos dieron nuestros padres desde que nacimos. 

Propósito de hoy: Dile a tus hijos que los amas, aun cuando tomaron las decisiones que tú no querías para ellos.