13 de diciembre: TU AMOR ES MI PAZ

Mateo 21, 28-32 “Ya voy Señor” 

Los seres humanos tenemos la capacidad de hacer cosas independientes o en comunidad, de saber decidir qué es bueno y qué no, de poder hablar con la verdad de la justicia y de nosotros mismos. El amor a Dios es un sentimiento que viene del corazón y nos llega a través de la oración que aumenta nuestra fe. Para lograr esto, debemos estar llenos de gracia, de la gracia de la conversión de Dios en nuestros corazones. Cuando una persona conoce el verdadero amor de Dios, ve la vida diferente. Lo digo por mi experiencia del amor de Dios; aprendemos a aceptar muchas cosas que no tienen tal vez, una explicación lógica.  

He escuchado decir, repetidas veces que Dios no existe, que es una historia. Y, acaso: ¿No todo es historia? ¿De dónde venimos, quiénes son nuestros padres y abuelos, que costumbres tiene nuestra familia, que se espera de mí si mi papá fue un conocido doctor o un gran abogado, o mi tío es el arzobispo o mi hermano el gobernador? ¿dónde quedo yo? ¿qué dice la historia de mis antepasados sobre mí? ¡Todo es historia! y al final del día cada uno va a creer lo que considere conveniente tras esa historia. Es nuestra decisión. 

Es igual con Dios, es mi historia de vida, es mi historia de amor y creer en Él a mí me llena el corazón; yo quiero creerle y confiar en que su palabra es Palabra de Vida Eterna y que vive en mi corazón. Quiero ser obediente ante su ley y cumplir sus mandamientos, quiero que Él, siempre escuche de mí ese “Ya voy Señor”. También soy muy egoísta, porque para mí el amor de Dios representa el camino a mi felicidad y a mi paz; y yo quiero seguir procurando la felicidad en mi vida y quiero vivir en paz y armonía con los otros. Yo creo y tengo fe en Dios porque a mí me gusta cómo me hace sentir su amor y trabajo duro para que nadie me distraiga de amarlo; que nadie entre a quitarme la paz que llevo en mí; quiero siempre seguir luchando para que Dios me siga llenando con su gracia y no que no nos soltemos de la mano.  

Que las tentaciones, los vicios y el mal jamás ganen en esta lucha diaria por ser una mejor persona y seguir protegiendo esta gran historia de amor que es Jesucristo. Vamos uniendo nuestras voces a ese: “Ya voy Señor”, porque así llegamos a su corazón, cuando abrimos el nuestro, para que se llene de Él.  

Propósito de hoy: Vamos alegres a la casa del señor y que nadie nos quite la paz.