25 de noviembre: La Biblia habla de mí.

Lucas 21, 29-33 “Podrán dejar de existir el cielo y la tierra, pero mis palabras no dejarán de cumplirse”. 

Me gusta mucho identificarme en el momento de la escritura bíblica cuando voy a misa y escucho las lecturas y el Evangelio. A veces parece que esos libros fueron escritos el día anterior y no hace miles de años. La Palabra viva de Dios es palpable todos los días, nos narra nuestra vida cotidiana, como para pensar si desde entonces todos los seres humanos éramos iguales a hoy. La respuesta parece ser positiva, porque hoy comprendo muchas cosas de los evangelios, tal vez solo cambiaría el lugar y en vez de Galilea, o Jerusalén o todas las ciudades de la Biblia, al lugar donde vivo, al tiempo presente en que vivo.  

Tenía una Tía, Manuelita, que me decía “Mija, ¿te fijaste que el padre solo habló de mi en el sermón?” y me daba risa su ternura, ya pasaba los 80 años; pero es verdad, cuando vamos a misa, parece que están hablando de nosotros, nos identificamos con la Palabra de Dios que es tan vigente, unas veces buen mensaje y otras un llamado de atención a nuestro comportamiento. 

Y el llamado de atención hay que verlo con buena voluntad, hay que sentir que el amor vivificante de Dios, lo único que quiere es que crezcamos en oportunidades para que nuestra compasión y el deber de servicio sea parte de nuestra vida diaria. Que la palabra de Dios sea ejemplo vivo de amor para seguir sus enseñanzas, para aumentar nuestra fe a través de la oración, para caminar con alegría en la bondad y la verdad; y que nuestra fragilidad se vea fortalecida por esta Palabra de Vida Eterna. 

Propósito de hoy: Lee un poco la Biblia y escucha la Palabra de Dios.