21 de noviembre: Mi tiempo para Ti.

Lucas 21, 1-4 “Yo les aseguro que esa pobre viuda ha dado más que todos. Porque éstos dan a Dios de lo que les sobra; pero ella, en su pobreza, ha dado todo lo que tenía para vivir”.    

Ella en su pobreza no le dio a Dios lo que le sobraba, sino lo que tenía en su vida. Y en su vida ella estaba llena de amor. Para Dios no importa si fuiste a la universidad o si tienes una maestría; si tienes un auto último modelo o si vas caminando a pie. A Él lo que le importa es si diste de ti algo que no tiene precio y eso es el amor. 

Vas a ser juzgado por el amor que das, por la compasión que tuviste y por el servicio al que te entregaste en el camino de tu vida. Tu gran regalo para Dios, eres tú mismo, no el tiempo que te sobra. “Si alcanzo voy a misa”, “Ya que se acabe el futbol voy a misa” y así, esa es la actitud de alguien que no ha conocido verdaderamente a Dios. No digo que no veas el futbol, pero sí que procures hacer de Dios una prioridad en tu vida, si hay futbol, tal vez puedas ir más temprano a misa. 

Pidamos a Dios que nos ayude a compartir nuestros dones, a vivir en la pobreza donde Él es nuestra riqueza, nuestra confianza y a tener un corazón generoso para compartir con los demás nuestros talentos y aptitudes y todo lo que nos ha sido dado por Él. Podemos empezar en casa, con nuestros padres y hermanos; con nuestra pareja y nuestros hijos, enseñándoles a vivir en la plenitud y el confort de sabernos hijos de Dios. Y si nos cuesta trabajo contagiarlos con éste amor, no perdamos la fe ni la esperanza de que algún día ellos también van a saber abrazar el amor de Jesucristo Nuestro Señor, como nosotros. 

Propósito de hoy: Abrazar a alguien que queremos mucho pero que olvidamos decírselo con palabras.