19 de noviembre: Sacrificio de amor.

Lucas 20, 27-40 “Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob” 

 El Señor Nuestro Dios, tuyo y mío, y de Abraham y de Issac y de Jacob y de toda la humanidad. Se que hay muchas personas que con el tiempo han dejado de creer en Dios y nos dicen que solo es una historia. Si, es una historia, una gran historia de amor. Y esa historia de amor a muchas más personas, nos hace sentir vivos. Tú ¿Cómo te sientes con la historia de amor de Jesucristo? Tal vez no entiendas eso de la historia de amor, cuando en Jesucristo ves solo al Crucificado.  

¿Te acuerdas cuando eras chico y tu hermano te dio algo que era de él, porque tú lo querías? O ¿Te acuerdas cuando tú dejaste de comer tu almuerzo en la escuela porque tu compañero no trajo el suyo y se lo compartiste? O tal vez te acuerdes ¿Cuándo tu Mamá no se compró la blusa porque te compró a ti zapatos? Puedes pensar por un momento que ellos sacrificaron algo por ti, o tú sacrificaste algo por ellos… ¿No es acaso un pasaje motivado por amor? Ahora, recuerda la vida de Jesucristo, a quién mataron porque era Palabra de Vida eterna y no lo entendían, tenían miedo a lo que Él predicaba y entonces Él se sacrificó por ti y por mí y por los demás. ¿Podemos pensar que lo hizo por amor? 

¡Sí! Por amor. 

Y nos dejó su ejemplo de amor para que nosotros lo imitáramos. Cuando llegue el día de nuestra muerte, vamos a ser juzgados por el amor que dimos, y en ese amor está el servicio que hicimos para otros, si cedimos el almuerzo, o compramos los zapatos, o dimos lo que era nuestro; todo esto son obras de servicio que hacemos hacia los demás, al más pequeño, al que tiene hambre, al que está desnudo, al que tiene sed, tal vez, así como muchas veces nosotros tenemos sed. Sed de Dios, sed de su amor y su justicia, de su verdad y de su abrazo como nuestro padre infinitamente lleno de bondad y misericordia.  

Propósito de hoy: Dejar que el amor de Dios nos contagie.