15 de noviembre: También yo te busco.

Lucas 19, 1-10 “El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido” 

Esta parte del evangelio de Lucas me gusta mucho. El Hijo del hombre, Jesucristo, ha venido a buscar lo que se había perdido. Y ¿Qué se perdió? Se perdió nuestra dignidad, nuestra persona, nuestra honestidad, nuestra verdad y principalmente esa fe en el amor de Jesús que tuvimos algún momento de nuestra vida; somos la oveja perdida y lo que más perdimos en el camino fue el amor de Dios Padre hecho Hombre por nuestra salvación. 

Cuando nos sentimos perdidos, tristes, desfallecidos, deprimidos, es como si entráramos en un callejón sin salida y nos sentimos atrapados en las tentaciones del mal, en el odio y los rencores que solo nos conducen más al vacío de ese callejón. Creemos que ya no tenemos remedio, que ya no vamos a ser perdonados, que nuestra vida, ya no es tan importante. Y ¡Qué equivocados estamos!, no hay nada más importante que aceptar lo que tenemos frente a nosotros y no queremos ver. El Hijo del hombre nos busca, Jesucristo nos busca. Imagínate que alguien a quién lastimaste profundamente te esté buscando para decirte: “Yo te perdono, yo quiero tu felicidad y con mi perdón yo te devuelvo tu paz…” 

¡Así es el amor de Jesucristo! Continuamente nos busca, 24 horas del día. ¿Qué pasaría en nuestra vida, si nos dejamos encontrar por Él? 

¡Vamos intentándolo! Vamos abriendo el corazón para que su infinito amor nos llene los espacios vacíos y nos de la luz que ocupamos en ese callejón obscuro y sin salida, en el que nos sentimos estar. Dejemos que el milagro de su amor haga milagros en cada uno de nosotros y nos permita ver que al final del camino, Él está con nosotros. 

Propósito de hoy: Amarnos y sentirnos amados por Jesús y por las personas que nos rodean.