12 de noviembre: La fe de nuestros corazones.

Lucas 18, 1-8 “Cuando venga el Hijo del hombre, ¿creen que encontrará fe sobre la tierra?” 

Su palabra es vida, torrente de agua sin fin, misericordia ante los pecadores y oración que hace crecer la fe. 

Nos levantamos cada mañana y esperamos encontrarnos con nuestra mamá o papá, o nuestro esposo o esposa, o nuestros hijos en la cocina. ¿Te pasa a ti? Lo haces porque tienes confianza de que así sucederá. Fe en que mañana todo va a estar bien, que tu camino no va a girar en lado contrario, y estas esperando verlos en la cocina. La fe es confianza. “La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” como nos dice la Carta a los Hebreos 11,1. 

Como seres humanos crecemos creyendo en los demás, y es así como aprendemos a amar y a confiar, y cuando yo confío en las enseñanzas de Dios, estoy fortaleciendo mi fe. Cuando llegó el Hijo del hombre, encontró fe en el mundo y prueba de ello somos tú y yo, que estamos aquí en la misión permanente de proclamar Su palabra, de vivir en el amor y los valores que hemos aprendido desde el principio. Hemos permanecido en la oración de generación en generación para que la voz de Jesucristo nunca se deje de escuchar. Somos testimonio de bondad y perdón, de amor y de fe. 

La oración aumenta nuestra fe, y recordemos siempre que la fe sin caridad, la fe sin buenas obras, la fe sin humildad no nos sirve de nada, es ahí entonces, cuando se pierde la fe. Una persona que vive para perjudicar a los demás, para odiar y para deshonrar su palabra, es una persona que va perdiendo la fe. Hoy vamos tomándonos de la mano para unirnos en oración por nuestra fe y ser fieles a la palabra de Dios que es palabra de vida eterna. 

Propósito de hoy: Abrazarnos de la oración para crecer nuestra fe.