Juan 2, 13-22 “Creyeron en las palabras que Jesús había dicho.”
La palabra de Dios, ejemplo de virtud y de amor. ¡Benditos aquellos que la reciben con un corazón necesitado!
Hoy día vivimos en comunidades que nos presentan gran variedad de creencias religiosas, y todos coincidimos que hay un Dios omnipotente al que dirigimos nuestras plegarias, con quién hablamos cuando estamos alegres o tristes y en quién ponemos nuestra esperanza hacia una vida de fe y de amor. Hay personas que dirán que nunca han visto a Dios o que no saben cómo hablarle o que no existe. Yo les diría que Dios está en su corazón.
Creer en la palabra de Jesús, es como cuando tienes un mejor amigo que te da consejos esperando que el consejo sea positivo para ti; Jesús es ese amigo. Pero ¿Dónde puedo encontrarlo? Ahí, en tu corazón. Si esa parte no la entiendes muy bien, no te preocupes, Dios está siempre contigo, y te permite verlo en tu amigo, en tu mamá, en tu papá; en tu hermano o en tu vecino. La versión perfecta de la palabra de Dios la puedes buscar sin temor a equivocarte en La Biblia. Si, es un libro esplendido para leer. Te contagia amor, fe y sabiduría. La Biblia te habla de una historia de amor y como en toda historia de amor, hay sufrimiento; y ese sufrimiento nos lleva a valorar más nuestra vida, a dedicar un tiempo a la contemplación, a orar; a servir a los demás con amor y a darnos cuenta que la palabra de Jesús es palabra viva, es como un rio que nunca se seca.
Por más que pasen los años, la palabra de Dios no pasa de moda, es actual. Jesús nos habla como si estuviéramos frente a Él, como ese amigo que trae en sus manos un regalo de amor. No importa si aún no lo conoces bien, Él está aquí, esperándonos para hablarnos de la vida eterna, para pedirnos que seamos bondadosos con los demás; que aprendamos que la alegría viene del servicio, de una vida vivida con justicia y sobre todo con amor y agradecimiento.
Propósito de hoy: Busquemos la palabra de Dios para crecer en nuestra fe, a través de la oración.