26 de octubre: Te comparto mi amor.

LUCAS, 13, 22-30 “Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?” 

Son pocos los que se salvan, sí, que aseveración tan fuerte.  

Siempre pensamos en lo difícil que es seguir las normas de conducta y moral, así como los mandamientos, empezando por el primero: “Amarás a Dios por sobre todas las cosas”. Sin embargo, hay personas que primero aman a sus padres más que a nadie en el mundo y después a su pareja, luego a los hijos y he escuchado a personas decir que aman más a su perro que a todo lo que existe en el mundo.  

¿Sabes de dónde nos viene el amor? Exacto, nos viene de Dios. Es a través del amor de Dios que aprendemos a amar. Y el primer mandamiento es maravilloso, nos llena de oportunidades para amar. Profundamente amarlo a Él, implica una gran felicidad en el corazón. Es por amor que funciona el ser humano, es por amor que podemos hacer grandes cosas.  

Tal vez nadie puede decir que es 100% feliz, o que su vida es perfecta, o que jamás ha sufrido. Si, claro, todo esto que vivimos, nos lleva a crecer, a ser mejores personas, a expresar con honestidad que ese amor a Dios nos hace fuertes, nos da valor para continuar y emprender, nos ilumina el camino cuando atravesamos momentos de desolación y nos enseña a orar. Orar para recibir las gracias de la fe, la caridad y el amor.  

Si, son pocos los que se salvan y porque no, trabajar en ser de esos pocos, que podamos entrar por la puerta pequeña que nos lleva a la felicidad eterna. Amar a Dios por sobre todas las cosas nos lleva a la obediencia y al compromiso, a la buena comunicación con los demás, y a saber que en el amor encontramos el perdón y en el perdón encontramos la paz. 

Propósito de hoy: Compartir el amor con los demás.