4 de octubre: Escucho mi corazón.

Lucas 10, 38-42, “Se puso a escuchar su palabra”. 

Escuchar, oír.  

¿Sabes que las palabras escuchar y oír, son similares y pueden tener significados diferentes?. Escuchar es el arte de entender lo que se dice. Yo escucho tu voz y capto lo que quieres decir, me adentro en tus palabras, sé que el significado de ellas va a ser importante y de beneficio personal, y entonces voy a interpretar lo que dices. 

Oír, es como cuando decimos que “las palabras se las lleva el viento”; oí algo y no lo grabé en mi mente, tal vez porque en ese momento mi mente no estaba receptiva y andaba en algo más y no le di importancia a tus palabras. O también “nos hacemos oídos sordos” cuando nos disciplinan en casa, la escuela, el trabajo, o cuándo pedimos un consejo y aún que nos den el buen consejo, que no queremos seguir.  

El arte de escuchar trae consigo muchos frutos, muchas riquezas, y nuestra vida se comprende justo de eso; de riquezas que vamos atesorando con el día a día, en la experiencia del otro y la mía propia. María, en este relato del evangelio, se sienta a los pies de Jesús y se pone a escuchar su palabra y así como ella dejó todo lo que estaba haciendo y se concentró en escuchar, nosotros debemos seguir su ejemplo. Sentarnos a escuchar.  

¿Hace cuánto te sentaste a tomar una taza de café, solo para escuchar al viento pasar?. Sé que tal vez tu respuesta es “nunca”, o “hace tanto que ya no me acuerdo”, o quizá me digas que lo hiciste hoy. La disciplina del saber escuchar, está en ti. Cuánta carga le das a tu vida y a tu mente, que olvidas lo importante que es tener espacios personales para escuchar…solo, eso: para escuchar. 

Propósito de hoy: Has un alto hoy en tus actividades y tomate unos minutos para sentarte a escuchar a tu corazón.