21 de agosto: Un encuentro.

Lucas 13, 22-30

“Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?”

Amar a Dios. ¡Es difícil!. Dios nos pide que dejemos que nuestro corazón se llene de su presencia y así comienza todo. El amor es de cada día, de constancia, del deseo de amar.

Son pocos los que se salvan. Sí. Las reglas de vida, como le llamo a los mandamientos, tienen su chiste. Por ejemplo: NO MATARÁS. Tal vez, solo pensamos que consiste en sacar una pistola y matar a alguien, pero no termina ahí. Cuando hablamos mal de alguien, estamos matando a esa persona, porque le estamos causando un daño por algo dicho, que tal vez ni siquiera sea verdad. Al ofender a alguien, intencionalmente, estamos matando su espíritu, estamos haciendo que deje de amarse a sí mismo por lo que se dijo.

La lengua es tan buena como mala y cada día, tenemos una oportunidad nueva para ser mejores seres humanos, para llenarnos de amor. Amar en el servir, en la humildad del corazón, en la verdad, en el deseo de ayudar al otro. Yo amo porque me gusta amar, no porque espero que me amen a mí también, aunque sería genial.¿Acaso, no es así el amor de Dios?. Él nos ama infinitamente y nos pide que lo amemos también. Pero, ojo, aun si no lo amamos, Él nos ama todo el tiempo. Hay que comprometernos con Dios y con nosotros mismos, en la fe, amando a nuestro prójimo, haciendo obras buenas, escuchando al necesitado, acompañando al enfermo, cumpliendo las reglas de vida; pero principalmente siendo ejemplo del amor de Dios en nuestro corazón.

PROPÓSITO DE HOY: Que tu prójimo sea para ti, un encuentro con Dios.