31 de julio: Direccionando nuestras riquezas.

Lucas 12, 13-21

Y dirigiéndose a la multitud, dijo: “Eviten toda clase de avaricia, porque la vida del hombre no depende de la abundancia de los bienes que posea”.

¿Sabemos de qué depende nuestra vida?. Ser rico en realidad no consiste en acumular mucho dinero, o en tener muchas casas, o en aumentar más zapatos a nuestra colección. En realidad tener estos bienes materiales cumplen con el requisito de nuestra riqueza siempre y cuando estén unidas a nuestra fe. Y, ¿Qué es la fe, si no hay caridad?. Y, ¿Qué es la fe, sin acciones?, Y, ¿Qué es la fe, sin amor?. Nuestra vida depende de cómo nos relacionamos y compartimos con los demás.

De qué manera estamos dispuestos a servir por amor y con amor. Entonces ahí podemos empezar a hablar de riquezas. 

Una vida sin un buen propósito, no nos sirve más que para alimentar nuestro ego. Los bienes materiales que podamos tener, mal direccionados, solo nos llevarán a una riqueza económica y a una pobreza espiritual. Sin embargo, ¡Podemos conjugar ambas riquezas!. No hay que asustarnos, sólo hay que permitir que Dios forme parte de nuestra vida, que sea el conductor de nuestras decisiones y el que nos motive a saber utilizar nuestros bienes para su gloria.

 

Propósito del día: Compartir nuestras bondades el día de hoy, con gusto y con amor.