Lc 18, 9-14
El publicano bajó a su casa justificado, y el fariseo no.
Cerramos la semana con una dosis de ubicación y realismo: “Señor apiádate de mí, que soy un pecador”. Me encanta esta actitud del publicano. Sé lo que debo hacer, quiero hacer lo que sé que debo hacer, pero a la hora de la hora me gana la impaciencia, el atarante, la actividad, la reacción… “Señor apiádate de mí, que soy un pecador”. Y mi Señor es lo que ve, ve la lucha, ve las ganas, ve la decisión, ve los deseos, si el resultado es bueno o malo, ya Él se encarga, mientras nosotros no perdamos de vista quiénes somos: criaturas limitadas e hijas muy amadas, que vamos en camino, con una camiseta y un equipo #IamThird, que a veces nos pesa y mucho, pero que al final del día, llego a cerrarlo diciendo “hoy ameé con todo “mi mucho”, apiádate de mí que soy débil y pecador, sé que así me quieres y mañana volveremos a empezar juntos Tú y yo a amar mucho”
Propósito: hoy amar con todo “mi mucho”.