21 de febrero: Orar = abrir el corazón

Marcos 9, 14-29

Tengo fe, pero dudo, ayúdame.

En mis veintiséis años de vida consagrada he tomado muchos cursos sobre la oración, al inicio las palabras, así como entraban, salían; más adelante más o menos algo se quedaba; ya con el pasar de los años, las primeras palabras de esos primeros años resuenan. “La oración es abrir el corazón”. No hay fórmulas, no hay comos. Pero si hay grandes maestros, como este pobre padre que nos presenta el evangelio de hoy. Un padre afligido por su hijo se acerca a Jesús y con el corazón en la mano le dice: “creo Señor, pero dame tú la fe que me falta”. La oración no es llegar con el pergamino de peticiones, ni con las letanías de quejas y / o alabanzas, es simplemente abrir el corazón, vaciarlo para que El, Jesús, se encargue. Mis mejores momentos de oración, quizá donde aprendí a orar, no fue en los cursos, ni en la casa de formación, sino fue en la misión, cuando veía los corazones de los jóvenes corromperse por el pecado, cuando tocaba la miseria del hombre y no podía hacer nada, sino caer de rodillas ante mi Señor y así como aquel padre desesperado repetía: “creo, pero dame tu la fe que me falta”, dame la fe que me falta para creer que Tu tienes un plan, para creer que Tu le puedes sanar el corazón, para creer que Tu le puedes devolver el sentido de su vida, para creer que Tu le puedes llenar el corazón, que Tu le puedes consolar, que Tu le puedes fortalecer, que Tu le puedes guiar… ” creo, pero dame tu la fe que me falta”.

Propósito: abrir y vaciar el corazón ante Jesús.