18 de febrero: Salir, para encontrar a otro.

Marcos 8, 34-9,1.

“El que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará”.

Nos encontramos ante una de las aparentes contradicciones de Cristo. “El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo”, “El que quiera salvar su vida la perderá, pero el que la diere por amor a mi y al evangelio ese la salvará”. Bien lo dice el dicho popular, “hay más alegría en dar que en recibir”. Cristo es muy sabio, es Dios, y sabe que la felicidad verdadera está fuera de nosotros mismos. Está en el otro, en el servicio al otro. Por eso hay que salir, de mi mundito, de nuestro egoísmo, de nuestra vanidad, de nuestro orgullo, de nuestra soberbia, de nuestro racionalismo, materialismo, hay que salir para encontrarme con el otro, el que necesita una palabra de aliento, necesita un amigo, una madre, un padre, una hermana, aquel que necesita una sonrisa, una palmadita en la espalda, un abrazo. Cargar la Cruz no es más que hacer lo anterior, es decir, salir de mi yo, para abrazar al otro. Por qué nuestra cruz, aunque parece pesada, se aligera cuando la dejamos a un lado para ayudar a cargar la del otro. Salgamos del yo para encontrar y abrazar al otro.

Propósito: hoy no quejarme. Dedicar tiempo de calidad a los míos.