7 de febrero: A los que tocaban quedaban sanos.

Marcos 6, 53-56

“A los que tocaban quedaban sanos”

Siempre me ha impresionado el poder de Jesús para curar. Leemos los evangelios y vemos como cura al paralítico, al ciego, al mudo, al endemoniado. Hoy nos dicen “a los que tocaban quedaban sanos”. Y a mí ¿no me toca, no entra en mi en cada comunión?. Cuanto más podrá hacer en mí si en cada comunión le recibo con fe; si en cada rato de oración le dejo tocar mi corazón, le dejo entrar en mi vida. “Señor despierta mi alma, sacude mi mente y mi corazón para creer que tú estás dentro de mi, que no necesito mas, pues habitas en mí y eso me basta. Contigo en mi corazón lo puedo todo. Sana mi vanidad, dame sencillez; sana mi orgullo, dame humildad; sana mi egoísmo, dame generosidad; sana mi racionalismo, dame fe; sana mi indiferencia y superficialidad, dame empatía y amor; sana mi debilidad, dame fortaleza. Señor llena mi corazón de esa fe que fortalece, de esa esperanza que llena el alma y de ese amor que lo conquista todo”.

Propósito: hoy dejar que Cristo entre a mi corazón en un ratito de oración o en la
eucaristía.