8 de enero: Amar con mi todo

Mateo 6, 34-44

Jesús se revela como profeta en la multiplicación de los panes.

Hay una canción que empieza diciendo, “Aquí hay un muchacho que solo tiene cinco panes y dos peces…” Que solo tiene…como si fuera poco, quizá a los ojos de los apóstoles era muy poco ya que veían la multitud de cinco mil, pero para Cristo era todo lo que El necesitaba, porque Cristo no quería los cinco panes ni los dos peces, quería el corazón generoso de aquel muchacho que era, no sólo, sino TODO lo que él tenía. Hace veinte años yo salí de mi casa, de mi país, para consagrarme a Dios, pensé que lo estaba dejando todo, tenía grandes ideales, voy a transformar el mundo, voy a ser la nueva Madre Teresa de Calcuta en las misiones, voy a…poco a poco he ido entendiendo que el mundo, es el mundo que me rodea, con que ponga una sonrisa en alguien al día, ya transforme el mundo, su mundo y mi mundo. Pero para ello es necesario dar los cinco panes y dos peces que yo tengo ese día. Es decir si hoy puedo ser paciente nueve veces de las diez que me impaciento, ahí están mis cinco panes y dos peces; si puedo dar cinco minutos a mi amiga que necesita un consejo, ahí están mis cinco panes y dos peces; si puedo darle una abrazo y un té quiero a mi hijo al final del día, ahí están mis cinco panes y dos peces; si puedo sentarme a cenar (sin celular, revista periódico y problemas) con mi marido para aligerar su día de trabajo, ahí están mis cinco panes y dos peces…Cristo no va buscando cantidad, va buscando calidad, va buscando el “todo de mi todo”. Esos pequeños actos El los multiplica y poco a poco vamos alimentando a cinco mil como nos relata el evangelio. Poco a poco vamos llenando los corazones de actos de amor, que es el verdadero alimento del alma.

Propósito: dar el todo de mi todo hoy.