11 de diciembre: Ver a Dios.

Mateo 17, 10-13

Elías vendrá y lo renovará todo. Ha venido y no lo reconocieron.

Cristo nos dice que “vino Elías y otro y no le reconocieron” ese otro era Juan el Bautista. A nosotros nos puede pasar lo mismo. Estamos en adviento, camino a Belén para adentrarnos en la cueva y nos podemos “perder en el camino”. No reconocer las señales que nos guían o nos presentan a Jesús ¿Porqué no reconozco al Señor en día día a día? Como recuerdo mis años de misiones en Haití, donde uno encontraba a Cristo en todo y todos, en Bernabé un niño con parálisis cerebral que no puede mover nada, pero su mirada y sonrisa lo dicen todo, o en Agnes que camina arrastrándose con un andador emocionada persiguiendo misioneras, o en Therese con medio lado paralizado y no descansa hasta que logra completar la plantilla de letras, o en George que a pesar de su parálisis se pasa horas ayudando con su única mano funcional a las misioneras a componer las sillas de sus compañeros…. recuerdo que pasaba horas  en la capillita de las misioneras de la caridad, donde no hay ni una silla, solo un tapete que hace menos duro el piso, el sagrario de lo más sencillo, una Cruz y esas famosas palabras de Madre Teresa “I Thirst”, Tengo Sed. Le pregunté tantas veces al Señor, por qué aquí sí le reconocía, por qué ahí sí se hacía presente. Leía con detenimiento esas palabras de “Tengo Sed” y encuentro la respuesta. Tengo sed de tu silencio, tengo sed de tu serenidad, tengo sed de tu entrega y servicio, tengo sed de tu mirada.  De pronto se me vienen a la mente la frase de Madre Teresa “En el silencio del corazón, habla Dios “. En la entrada a uno de los conventos/casa de moribundo hay un letrero que dice “Silence is faith when you renounce the voice of the world to remain in the presente of God.” Ahí está la clave, hay que acallar la voz del mundo, hay que frenar, para no sólo escuchar, sino poder ver a Dios y reconocerlo en el día a día.

Propósito: hacer un alto, acallar el corazón para reconocer a Dios y más aún para reconocerlo en la cueva de Belén.