Mateo 11, 25-30
Soy manso y humilde de corazón.
Hoy la a iglesia celebra, recuerda a una de las Santas, doctoras de la Iglesia de mayor peso. Santa Teresa de Ávila, monja Carmelita que reformó los conventos de clausura. A mí en lo personal me encanta esta Santa, quizá porque me identifico con su carácter, con su temperamento, aún no con su santidad, pero en eso estamos. Ella tiene un tratado que debemos reflexionar: “Determinada determinación por la Santidad”. Teresa estaba segura de que la santidad, aunque es gracia de Dios, es cuestión de querer, hay que querer ser santo. Es decir, todos y cada uno tenemos la oportunidad frente a nosotros, ya depende de la libertad de cada uno si damos el paso para tomarla o rechazarla. Nada más repasen el día de ayer o adelántense al hoy, cuantas oportunidades para practicar la paciencia, para callar, para decir algo positivo, constructivo, para perdonar, para comprender, para acoger, para abrazar la verdad…ahí están las oportunidades, pero hay que tener la determinada determinación de abrazarlas y alcanzar así la felicidad que tanto anhelamos.
Propósito: silencio y atención para acoger con determinación toda situación o circunstancia que hoy se me presente para dar un paso hacia la santidad.