Lunes 4 de octubre: Ve tú y haz lo mismo

Lucas 10, 25-37

¿Quién es mi prójimo?

Esta parábola del Buen Samaritano es muy conocida. Un hombre a la orilla del camino, tirado, herido, medio muerto, pasa un sacerdote y sigue adelante, pasa un Levita y lo mismo, pasa el Samaritano y este se para, lo auxilia, cura sus heridas, le consigue refugio paga los gastos…

Detenerme por un momento. ¿Con qué personaje me identifico? Soy de aquellos que van de prisa, indiferentes que pasan de largo?; ¿soy como el Samaritano que me detengo a ayudar, a escuchar, a consolar, a tender la mano amiga, a acompañar?; O quizá, ¿soy aquel hombre tirado a la orilla del camino en busca de ese Buen Samaritano, que cure mis heridas, que regrese el aliento a mi alma, que restaure mi alegría de vivir?

Yo creo que todos tenemos algo de estos cuatro personajes, los que aún con bandera de católicos pasamos de largo, los indiferentes, los buenos samaritanos y el herido en el camino. Hay que tener la humildad para reconocer quien somos y a dónde y cómo queremos ir. Hacer la pregunta ¿qué tengo que hacer para ganarme la vida eterna? Y tener el coraje, el valor de escuchar lo que Cristo a mí me indique y poner en pie su indicación: Ve y haz tú lo mismo. Sal de ti mismo, párate en el camino y ayuda al herido; o bien, déjate ayudar por el Buen Samaritano para que cure tus heridas. De cualquier modo. Vamos y hagamos lo mismo.

Propósito: vivir el día despacio y con los ojos abiertos, para no pasar de largo. Detenerme a escuchar, a sonreír, a ayudar, a agradecer, a comprender…