Martes 28 de septiembre: Yo digo sí

Lucas 9, 51-56

Tomó la decisión de ir a Jerusalén.

El regalo más grande que tiene el ser humano, es decir el regalo más grande que tú y yo tenemos es la libertad. Mi Señor, Jesús, es un caballero que no impone su amor a nadie. Hoy nos dice el evangelio que en una aldea  “no lo quisieron recibir”  y sus apóstoles querían mandar fuego (yo lo hubiera hecho) sobre ella, pero Jesús los regañó. Así de bueno o más. Somos libres de escoger Su amor, Su amistad, Su confianza, Su cercanía, Su poder o rechazarlo. Su amor no se exige, Su amistad no se  impone. Él está siempre, fielmente, esperando a que nosotros le abramos la puerta y lo dejemos entrar. Y como dice la canción, Él llama y sí le abrimos entrará, sino se quedará afuera esperando, como un mendigo. Así es, Cristo va mendigando amor. Lo que le demos, poco o mucho Él lo toma. Eso sí, él prefiere dos moneditas, como las de la pobre viuda, a el fajo de billetes de los fariseos. Es decir Cristo va mendigando el amor verdadero, sincero, sin condiciones,  ni falsas promesas. Cristo baja diariamente, se pasea por las calles, va buscando corazones generosos que lo dejen entrar para ahí i hacer Su morada. Ojalá hoy lo dejemos entrar. Dejarlo entrar es muy sencillo, es dar gracias al despertar, es verlo en el amanecer, es pasar a saludarlo con cinco minutos de silencio y oración, es sonreír y dar las gracias, es acoger al desvalido, salir al encuentro del necesitado, escuchar y estar con los hijos, con la pareja, es decir un te quiero sentido y sincero. Dejarlo entrar es decir sí a la vida, sí al amor, sí a la alegría, sí a la paz, sí a la familia, sí al perdón. Es simplemente decir SI.

Propósito: Hoy yo digo SI.