Mateo 13, 24-30
“El trigo y la cizaña.”
Una parábola sumamente realista, la del trigo y la cizaña. Después de la siembra mientras todos dormían viene el enemigo y siembra cizaña junto a la semilla buena, cuando empieza a dar fruto los trabajadores se dan cuenta, quieren arrancar la cizaña, pero el sabio Sembrador les dice, “no esperen, no vaya hacer que corten el trigo, esperemos hasta la cosecha cortaremos la cizaña y la quemaremos…”. Las buenas y malas acciones “van de la mano” porque así es el enemigo, si nos dormimos aunque sea un poquito, mete su cuchara. Hacemos un acto bueno y todo va bien hasta que nos preguntan y ya nos pintamos cual santa de altar; ayudamos a alguien y nos vamos gallardeando; la obra social y foto en primera plana del periódico y asegurarnos que escriban el nombre bien; voy sonriendo a todo y todos pero por dentro deshaciendo a quien puedo; afuera iluminó el mundo pero dentro en casa encerrada en mis cosas; el de allá bajo, ese de rojo, es de lo más astuto y busca la oportunidad “mientras dormimos” para meternos la mala vibra, estar atentos y como dice el Señor, a su tiempo cosechemos, es decir en cuanto descubramos el tinte rojo, corregir, y a la siguiente más astuta.
Propósito: sembrar alegría.