Martes 27 de julio: Cultivar la tierra

Mateo 13, 36-43

“Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo.”

Hoy Cristo nos explica la parábola del trigo y la cizaña. Todos somos sembradores, bien dice el dicho, cosechas aquello que siembras. Pero quizá nos enfocamos mucho en qué y cómo sembramos, pero le dedicamos poco tiempo a cultivar la tierra para que toda semilla que caiga de frutos. Hay que quitar las piedras para sembrar amor, hay que quitar la cizaña para sembrar confianza, hay que abonar la tierra con sacrificio, hay que echar raíces para sembrar fe y esperanza. La tierra, el corazón, es difícil de tratar y constantemente hay que salir a hacer limpia, no dejar que crezca la mala hierba, quitar las piedritas que se van acumulando, removerla para suavizarla, y eso es trabajo arduo y diario. No se trata de yo ya salí, sembré y ya vendrá el fruto. Muchas veces no nos toca ver el fruto, sino más bien solo las manos callosas que cultivaron la tierra. Hay que salir a sembrar, cultivar la tierra para cosechar aquello que le dará alimento a mi vida.

Propósito: hoy Señor déjame ablandar la tierra para sembrar paz y amor.