Martes 27 de abril: Reconocer -creer- hoy a Cristo.

Juan 10, 22-30.

 El Padre y yo somos uno.

El ser humano, por culpa de la famosa manzana- el pecado original de los primeros padres- tiende a ser incrédulo, a pedir pruebas, a no creer sin ver. Cristo hoy justo nos reclama, “ven mis obras y acciones pero no creen; no creen porque no conocen mi voz”.  Como no creer en Cristo por quien miles de hombres y mujeres lo han dejado todo por seguirlo a Él; como no creer en Él si está presente desde las catedrales más majestuosas del mundo, como en la choza más perdida de una aldea; como no creer en Él si es la única razón por la cual seguir en pie para un cardenal encarcelado; como no creer en Él cuando le da sentido al sufrimiento; como no creer en Él cuando mueve multitudes un Viernes Santo en todo rincón del mundo; como no creer en Él cuando sus palabras son vida hoy y lo fueron hace veinte siglos; como no creer en Él cuando solo cinco minutos en su presencia uno encuentra una paz que nada ni nadie la puede dar; como no creer en Él si sale a mi encuentro en cada Eucaristía. No seamos incrédulos, sino seamos como esa ovejita que escucha la voz de su Pastor y corre hacia Él.

Propósito: Hoy reconocer la voz del Buen Pastor.