Domingo 4 de abril – ¿A dónde me lleva el amor?.

Domingo de Pascua

Juan 20, 1-9

Actitudes: gozo – alegría

Resucitar, ir al lago a encontrarme con Él. A dónde me lleva el amor primero. No le quitemos a Cristo el darnos el privilegio del abrazo de la misericordia.

¿A DÓNDE ME LLEVA EL AMOR?

Cuando todo es obscuro, cuando la cruz está vacía, el cuerpo de mi Señor sepultado, mis compañeras están cabizbajas, estoy confundía, aterrada, desilusionada, he perdido todas mis seguridades, veo a mi alrededor y nada. Hecho un vistazo al evangelio para ver que hacen los discípulos en situaciones semejantes a las mías, y veo que Pedro y Juan se encierran en un cuarto, Tomás se esconde en su pragmatismo, los de Emaús, se van a su pueblo, a su vida antes del Señor, la Magdalena corre al sepulcro. ¿A dónde me lleva a mí el desaliento, a dónde me lleva a mí el amor?

A la Magdalena la llevo al sepulcro, a María la llevo a la oración y las escrituras, a Pedro y a Juan a donde todo empezó al lago, ¿a dónde me lleva a mí? No dejar que me pase como a los de Emaús o como a Tomas, que se van a su pueblo, es decir, a su vida antes del Señor, encerrados en su pragmatismo: yo creía, mientras yo no vea…Yo igual que María, que Pedro y Juan, que la Magdalena, elevar la mirada, salir en busca de mi Señor, refugiarme en la oración y ahí encontraré a mi Señor. Ahí en la Eucaristía es donde el no sólo está, sino que se me da, se revela con toda su gloria, ir ahí al lugar de seguridad y de encuentro con mi Señor. Buscarlo ahí en las escrituras, dejar que me hable al corazón para que arda y se encienda, igual que todos los que experimentan su amor, salir a transmitir ese gozo y que otros muchos también puedan decir: ¡Es el Señor! Yo también le reconocí al partir el pan o más aún después de hacer la experiencia de Cristo poder exclamar como Tomas: ¡Señor mío y Dios mío!