Jueves 4 de marzo – Lo que siembro en la tierra es lo que cosecharé en el cielo.

Lucas 16:19-31

Lo que siembro en la tierra es lo que cosecharé en el cielo.

Hoy leemos un evangelio que es muy conocido, el pobre Lázaro y el rico Epulón.  Los dos mueren y el pobre se va al cielo y el rico al infierno. Pero la verdad aquí habría que ver qué tipo de riqueza y pobreza vivían. Porque hay ricos muy pobres y pobres muy ricos y todos los que hemos ido de misiones lo sabemos. Aquí lo importante es lo que se atesore en el corazón. Porque es lo que nos llevamos al cielo, y según el peso será la entrada. Por eso en esta Cuaresma vaciemos el corazón de todo lo que no pesa, ese orgullo, esa soberbia, ese egoísmo, superficialidad, indiferencia y pongamos, metamos en el corazón lo que en verdad le da peso, esa caridad, ese servicio, esa entrega, ese perdón, esa benedicencia (hablar bien de y del otro). Lo más increíble es que podemos vivir el cielo aquí en la tierra, podemos vivir el cielo en tu mundo de cinco personas que te rodean, porque el cielo no es otra cosa que vivir en, por, para y con el amor y eso lo podemos empezar hacer desde aquí. Hagamos aún lado todo eso que nos distrae (TV, Internet, socialitos, actividades) y aprendamos a vivir con, por y para el otro. Aprendamos a miramos a los ojos, a decir te quiero, a decir perdón, a decir aquí estoy. Hoy construyamos el cielo que queremos vivir eternamente.

Propósito: hoy sentarme con alguien sin aparatos y platicar, es decir darle toda la atención.